Tuesday, June 16, 2009

La presa

Hace uno días pasé por ahí, solo queda una pared enorme, que no entendí bien si era parte de el parque de la solidaridad Iberoamericana o quedó en alguna propiedad privada, las calles son confusas por ese lugar, mucho desnivel, además yo conducía y como no sabía bien cual era el camino estaba atenta a muchas cosas a la vez; sin embargo eso no me privó de disfrutar de los recuerdos.
Eramos 7 hermanos, y teniamos solo dos bicicletas, así que viajabamos 3 en una y 4 en otra; el ó la que viajaba sentad@ en el manublio hacía que la conductora tuviera una visibilidad casi nula, así que el del manublio era los ojos del conductor, que no siempre era el que pedaleaba. Todo iba más o menos bajo control hasta que llegabamos a esa calle con una inclinación tal que hacia latir nuestros corazones, además era empedrado, presisamente por eso a veces llevabamos almohadas para hacer más comodo el viaje. Era tal la diversión que mis hermanas se orinaban de la risa, eso era como una ley, entonces al terminar lo empinado de la calle, que era donde se encontraba la presa, se veian obligadas a meterse al agua, para que no se notara su relajamiento de esfinter, y ellas bien dicimuladas se ponian la almohada por detras para ocultar la marca de su felicidad.
El agua de la presa era tan elada que ni siquiera soportabas estar mucho tiempo dentro, pero no importaba, todos nos bañabamos, aunque no tuvieramos marcas de felicidad, aunque no supieramos nadar.
Nuestras edades eran de 3, 5, 8, 12, 13, 14, 15, así que estabamos bien chavos todos, eramos una bola de mocosos irresponsables, desmadrosos, ávidos de protagonismo y felices.

Recordar todas esas acciones me devolvio la sonrisa por varios días, pero recordar la sensación que eso me provocaba me mantine sonriendo al escribir estas líneas, era una sensación de plenitud, de tanto gusto que no cabe en el pecho; me sentía importante, poderosa, invencible y muy muy feliz; ahí ibamos todos los hermanos desafiando a la vida con un par de bicicletas y una pendiente, con la felicidad que te da la incociencia, con la tranquilidad que te da pertencer, con la fuerza de un espiritu nuevo.

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