Thursday, October 22, 2009

Romper el silencio

En la vida uno se enfrenta a muchos demonios, unos son amistosos, otros a veces son a veces no, y hay algunos otros implacables.
Yo tengo dos muy grandes, de uno de ellos ya les hable, hoy decidí hablar del otro.
A veces pienso que nadie lo sabe, porque de eso no hablo, pero estoy conciente de que somos transparentes a los ojos de algunas personas, así que esto es solo, romper el silencio y que deje de ser secreto a voces.
Recuerdo una tarde que lloré por horas, hecha bolita en un rincón del pavimento del patio trasero, es uno de los llantos más desesperantes que recuerdo, datos como el trabajo que tenía mi mamá en ese tiempo y que la vecina aun no construía su bardita limítrofe me hacen pensar que tenia al rededor de 3 años.
Tenía tanto miedo de moverme siquiera, quería gritar tan fuerte que alguien viniera a rescatarme de mi soledad, tenía frío, hambre, desesperación, estaba entumida y una soledad que me calaba en lo más hondo de mi ser, me quedé ronca de gritar, creo que me seque porque ya no salían lagrimas, pero en realidad lloré por muchos años más.
En adelante me pasaba las tardes llorando en ese rincón, hasta que físicamente se agotaban mis recursos.
El día en que mi desesperación se volvió coraje, y me enfrenté o por lo menos eso creí a mi miedo a la soledad, deje de llorar, me volví fría, entonces la soledad perdió mi respeto y lejos de temerle la busque una y otra vez para demostrarle que ella tampoco me detendría en mi camino hacia ninguna parte.
Pronto se volvió como una especie de aliada, entonces la preferí y creí que la dominaba.

--me abrazó el instante mismo que tu me dijiste adiós y no fue la gran tristeza, fue como ir de menos a mayor—

La verdad es que cada ausencia me duele como la primera, vuelvo a llorar lagrimas de rinconcito de cemento en cada perdida, pero eso no es lo difícil, lo que viene después es lo complejo, me aíslo, me alejo de todo, porque creo que así estoy a salvo. Y me desgarro, me sufro, me agoto y cada vez me cuesta más trabajo renacer, temo que un día no regrese.

Que manera tal loca de enfrentar los miedos, bueno, no se si a esto se le pueda llamar enfrentar.

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