Hasta antes de tener un hijo el días de mayo me parecía ímportantisimo, será por todo eso de la mercadotecnia y bueno que definitivamente uno quiere mucho a su madre, pero este mi segundo 10 de mayo de mamá siento que no es para tanto, no me parece que yo sea especial, ni me siento martir, ni indispensable; tampoco pienso que una tiene que dejar de vivir para dedicarse a los hijos. Es suficiente con hacer la chamba que nos toca, cuidar la alimentación y desarrollo, ayudar a construir herramientas que les ayuden a enfrentarse a la vida, nada del otro mundo. Lo que si es que todo eso se hace con el mayor empeño, pero no porque tenga una alma de martir, sino por el amor que le tienes, que por cierto no vino solo y de repente, nacio por la convivencia diaria y con ella se fortalece.
En fin, felicidades a todas las colegas.
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