Friday, May 08, 2009

Regresar con una medalla.

Competir de por si era una gran emoción, ir a otra ciudad con todo el equipo me hacia sentir especial, sentía que era parte de algo, que mi vida tenia un sentido, un rumbo.
Los entrenadores eran muy exigentes, pero durante la competencia, sentía que me atendian como reyna, tal vez los demás nadadorsitos no le daban la misma importancia que yo, pero para mi era como ir a Shangri-La, tenía un techo donde dormir, una cama, comida balanceada y a mis horas, además de la maravillosa sensación de ser tomada en cuenta, y si aparte de todo consiguia que me metieran al relevo, aquello era como un sueño; aunque bueno dentro de este sueño había destellos de realidad, por ejemplo, a mi nadie me iba a despedir, ni a desearme suerte en la competencia, no tenía una familia que se preocupara por mi, que estuviera enterada siquiera de cuales eran mis metas en la proxima competencia, no había a quien llamar para decirle que llegue bien, que estaba bien, que había ganado otra medalla.
Regresar a casa con una medalla a veces me ponia más triste, era doloroso el contraste de el glamur de la competencia contra la dureza de la indiferencia, mi madre tenía una casa, de la que yo tenía llaves, sin embargo no tenía a donde regresar, la casa era solo la casa, vacia en todos sentidos. Menos mal que los días de entrenamiento nunca sesaban, era mi respiro, mi volver a soñar mientras llegaba otra competencia.

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