Me parecía naquisimo que no aceptaran nuestra pobreza y el lugar de lamentarnos y llorar, trabajar y disfrutarla, la pobreza tiene un cierto toque extrabagante, así que a mi me parecía genial.
Pero, por otra parte quien era yo para quitarle la hilusión a mis hermanas, la última fiesta de quince años!! los quince de su querida hermanita menor!! en fin.
Personalmente, y sin ánimo de ofender a nadie, siempre he tenido la idea de que mis hermanas saben muy bien lo que quieren, pero no sabes como hacerlo, son afortunadas, porque yo ni siquiera se que quiero, menos lo segundo.
Bueno, ellas querían complacerme, pero no entendían que yo no quería fiesta, que lo que yo quería era tener comida para todos los días, aunque fueran puros frijoles, pero que no faltara la comida, y las cosas más indispensables, me parecía absurdo hacer una fiesta mientras lavabamos los trastes con tierra, porque no había jabón para lavarlos, era horrible romper libros de texto para limpiarse, y tener que hacer tuallas femeninas con ropa vieja porque no había para comprarlas; y detener los calzones con el pantalon viejitito que porsupuesto que ya quedaba apretado, y menos mal, porque así servía bien para detener los chones.
En fin hicieron la fiesta en mi nombre, cuando me preguntaron como quería mi vestido, les dije un modelo que sabía que era carísimo para que se deshilusionaran, también les dije que quería la misa en un templo que no era nada barato. Cuando caí en cuenta que no se detendrían me dío mucha pena que gastaran y no pedí nada más y deje que hicieran lo que quisieran, decidí darles gusto y aparentar estar feliz.
No invité a nadie a la fiesta, no di mi opinión hacerca de nada, recuerdo que alguién llevó un conjunto norteño, cabe mencionar que esa música es de mi total desagrado, también hicieron birría y había vino y cerbeza, yo no tomaba una gota de alcohol y la birria no me gustaba ni poquito.
Lo único que era menos malo es que mi hermana invito a mis compañeros de la natación,
Alguién invitó a mi "papá" el borrachico del que hable en alguno de mis blogs, y me hicieron bailar un vals con el y con cada invitado que ni conocía, y los que conocía la mayoria eran non gratos.
Lo que resaltó de la fiesta es que mi madre que nunca ingiere alcohol se tomo unas copitas y se ha dado una peliada sabrosa con su marido, lo golpeo, lo corrió y se gritarón de cosas en la calle, recuerdo que cuando todo se calmó, él se paró en la cochera de la casa de mi madre y grito, no voy a volver nunca más, me brillaron los ojitos, fue la mejor parte, pensé; tal vez esta vez va en serio.
Con esa imagen nos fuimos a dormir, esa fue mi grán fiesta de quince años.
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