Uno de los episodios de mi niñez que recuerdo con gusto es cuando hicimos una pista de patinaje.
Mi madre trabajaba tooodo el día, así que teniamos que arreglarnos entre hermanos, había muchos problemas como se podrán imaginar, sin embargo también había mucha diversión, soy la más pequeña de 7 hijos de doña Esther, así que no me tocaba organizar nada solo me tocaba disfrutar.
Ese día cuando desperté el sol ya estaba en todo su esplendor, esto era común antes levantarme tarde, así que las labores de la casa ya se habían repartido y curiosamente nadié me riñó que no estuviera participando, mis hermanas estaban apresuradas como si dispusieran todo para una fiesta, entre ellas hablaban en voz baja, solo se escuchaban sus risitas y en su cara se veia la complicidad y el entuciasmo, no podía adivinar que se traian entre manos, pero de seguro que era algo bueno.
Cuando terminaron de limpiar, subieron los muebles a la planta de arriba de la casa, yo seguía sin entender, todas se pusieron shorts y se quitaron los zapatos, en esos momentos su alegría ya era evidente y escandalosa, quitaron la cortina para que los curiosos pudieran observar por la ventana.
y entonces pusieron la manguera en la sala y abrieron a la llave, mi hermana patas empezo a espolvorear jabón, primero hicieron como que estaba limpiando, pero después empezaron a patinar, en ese momento no pude hacer más que unirme al festejo y patiné, de popin pero patiné, el suelo era tan resvaloso que dificilmente podrias patinar, nos caiamos, chocabamos, y festejabamos escandalosamente a quien lograba mantenerse de pie.
Los vecimos miraban facinados por la ventana, algunos pedian entrar, pero ese era solo privilegio de los que ahí viviamos, quedamos todos adoloridos pero me divertí como pocas veces.
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